Cinco enseñanzas de las elecciones alemanas
"Cada campaña es diferente. Cada campaña es la misma" (Napolitan)
Unas elecciones son, en parte, un juego de expectativas. Por eso, es normal que los dirigentes de un mismo partido no se pongan de acuerdo en los adjetivos de las valoraciones electorales. Las expectativas son subjetivas, no encajan en los promedios de las encuestas o en el último tracking del mismo domingo. La satisfacción con unos resultados es lo que queda después de restarles las expectativas a estos. Si las expectativas eran mayores, el resultado será negativo; si las expectativas eran menores, el resultado será positivo.
De las elecciones alemanas destacaría tres titulares: la debacle socialdemócrata se traduce en el peor resultado histórico del SPD, la extrema derecha se consolida como alternativa real y la izquierda resucita. Sobre el avance reaccionario –y, por extensión, la crisis del establishment– vengo escribiendo desde hace meses, así que me centraré en el crecimiento sorprendente de Die Linke.
El mercado electoral es un mercado de demanda
Lo repetiré siempre que pueda a riesgo de pareceros cansino a los lectores más fieles. Entender que la política va de abajo arriba y es la gente –con sus principios y demandas– la que manda es crucial. No es un eslogan, es un principio metodológico. En septiembre escribí un artículo desde esta perspectiva sobre el votante europeo de izquierdas para analizar si un espacio como el de Sahra Wagenknecht tendría hueco en España.
De manera muy resumida, lo que vimos estudiando a los votantes europeos de izquierdas es que son, en su gran mayoría, integrados: europeístas y muy respetuosos con la diversidad. La excepción fue el Partido Comunista de Moldavia y, con una distancia menor, el Partido Comunista de Austria y Syriza. Los partidos con votantes más integrados eran Unidas Podemos, el Bloco portugués, La Izquierda alemana y la Alianza de Izquierdas finlandesa.
El pinchazo de Wagenknecht y el éxito de Die Linke parten de aquí. No es casualidad que Wagenknecht haya atraído más votos de los socialdemócratas que de La Izquierda: si a la izquierda alternativa le quitas la defensa de la diversidad y las nuevas causas te queda la vieja socialdemocracia. Tampoco es casualidad que La Izquierda haya crecido tras la escisión y ofreciendo dos tazas de la propuesta política propia de su base social.
Si no puedo elegir el gobierno, al menos elegiré qué oposición
El gobierno tripartito fracasó mucho antes de la convocatoria electoral. La única duda, desde hace meses, era cuánto subirían las derechas y cuál sería la fórmula de gobierno de la derecha conservadora. Lo más probable es que se repita la vieja fórmula de la gran coalición para mayor gloria de Alice Weidel, líder de la AfD.
En el espacio progresista la única alternativa era Die Linke, que acertó al redoblar la estrategia de contraste respecto a la inmigración cuando todos viraron hacia la derecha. El primer artículo de este boletín se tituló Las elecciones se ganan con más contraste que ilusión, y el penúltimo se tituló Sin contraste no hay política. Según vamos viendo datos, Wagenknecht apenas recibió votos de la extrema derecha. “La relevancia sin diferenciación es trabajar para el inglés, es decir, para quien está mejor posicionado que tú”, decíamos hace dos semanas. Ahora hablaremos de otro error impresionante.
Caballo que reta…
Hay un debate ahí, pero mi opinión es que un consenso demoscópico favorable suele volverse en contra. Especialmente si se produce –o se impone– antes de tiempo. Las campañas electorales se libran durante la última semana y, especialmente, durante los dos o tres últimos días. El trabajo previo de meses se realiza, con disciplina estratégica, pensando en esa última semana. Wagenknecht no supo sostener la ola durante meses, y es normal porque todo va demasiado rápido hoy. En cambio, es probable que Die Linke se beneficiara del efecto underdog. Hoy vivimos –y votamos– a la contra.
La relevancia sin diferenciación es trabajar para el inglés, decíamos. ¿En qué momento pensó Wagenknecht que era buena idea gobernar en estados federados con el SPD y la CDU en Brandenburgo, a pocos meses de las elecciones federales? Si tienes posiciones cercanas a la extrema derecha en materias tan importantes como la inmigración y gobiernas con los máximos representantes del establishment, la disrupción dura poco. Y mientras tanto, Die Linke a lo suyo. Los puntos no se suman en los entrenamientos, sino en los partidos y, especialmente, en los últimos minutos, que son los decisivos.
Me gustaría tomarme algo con la líder de Die Linke
Si Die Linke hubiera obtenido un mal resultado, las explicaciones en Twitter Izquierda girarían en torno a su –supuesto– carácter blando e incluso claudicante. La explicación suele ser la misma: hace falta una izquierda con más cojones. Pero lo cierto es que unas elecciones no son un test de pureza ideológica. Die Linke identificó un pequeño número de causas, las puso al frente y realizó una exitosa campaña de contraste. A partir de ahí, en términos electorales influyó más el TikTok de Heidi Reichinnek que el posicionamiento laxo respecto a Palestina del partido.
Mirad vídeos e imágenes de la campaña. Es posible que seamos víctimas de un par de sesgos cognitivos (si hubieran fracasado los miraríamos hoy con otros ojos), pero la campaña irradió frescura. En un contexto de desafección y desmoralización políticas, Heidi Reichinnek es una política joven que parece alguien con quien lo pasaríamos bien si tomáramos una cerveza con ella. Y esto, huelga decirlo, no es incompatible con una propuesta política propia, clara y diferenciada. Más bien suele ser al revés: el mejor contraste es aquel que no necesita recurrir al exabrupto o la sobreactuación porque se percibe incluso a simple vista.
Otra vez el cortocircuito
Los gobiernos democráticos deben mejorar la vida de la gente para frenar el avance reaccionario. Comparto el axioma, pero no lo elevo a la categoría de fetiche. De hecho, decir esto hoy es decir poco. En Alemania hemos vuelto a ver la desconexión entre la experiencia personal y la percepción general: la mayoría (el 83%) dice que su situación económica es buena, pero literalmente el mismo porcentaje cree que la situación económica del país es mala. La polarización megaidentitaria –política y partidista– y afectiva rompe el anclaje de los análisis instrumentales con las realidades que podríamos definir como objetivas.
El terreno principal en el que se disputa la política es el de las percepciones, no el de las “realidades objetivas”. Por eso, la materia prima de la política es la verosimilitud, no la verdad. A mí esto no me gusta, pero así somos los seres humanos. Porque este fenómeno no es el resultado de una deriva posmoderna que ha convertido la política en politiquería, sino una expresión lógica del comportamiento humano, que dista mucho de ser completamente racional.
Esto ya está escrito, pero me temo que todavía nos queda mucho por ver.
Esta semana, por motivos evidentes, los 10 artículos son sobre las elecciones en Alemania.
Quién votó a cada partido en Alemania: diez gráficos del voto por edad, género, geografía o clase social, de Victòria Oliveres, Yuly Jara y Raúl Sánchez en eldiario.es.
¿Qué ha pasado en Alemania? Las elecciones en nueve gráficos esenciales, de Borja Andrino, Kiko Llaneras y Montse Hidalgo en El País.
Die Linke tiene que ser un partido para la clase trabajadora, entrevista de David Broder a Ines Schwerdtner [copresidenta de Die Linke] en Jacobin.
El voto joven y una campaña centrada en la vivienda impulsan el regreso de La Izquierda en Alemania, de Almudena de Cabo en El País.
Elecciones en Alemania: una victoria conservadora en una Europa en crisis, de Ingrid Ross en Nuso.
Las elecciones en Alemania dan esperanzas a la izquierda, de Julia Damphouse en El Jacobin.
Alemania: victoria sin entusiasmo de los conservadores y retorno de La Izquierda, de Àngel Ferrero en El Salto.
Alemania, de ‘shock’ en ‘shock’, de Daniel Peral en CTXT.
El método Die Linke, de Jordi Basté en La Vanguardia.
Alemania gira a la derecha y redefine su futuro político, de Eduardo Bayón en El Análisis.
Supercomunicadores, de Charles Duhigg (2024, Verga)
Disecciona el arte de la comunicación más cercana: la conversación. Me ha parecido muy interesante.