La campaña permanente: sin planificación no hay estrategia
El tiempo es uno de los recursos más importantes y su gestión planificada es imprescindible especialmente en un contexto de incertidumbre
El análisis de la semana
La campaña permanente: sin planificación no hay estrategia
En política, los objetivos suelen ser ambiciosos y los recursos, escasos. Uno de los objetivos principales de la estrategia es reducir la distancia que separa a unos de otros: convertir lo que tenemos en lo que necesitamos para conseguir lo que queremos, resumía Marshall Ganz.
Candidato, estrategia y recursos son los tres elementos más importantes de una campaña electoral, según Joseph Napolitan, el fundador de la consultoría política. En el amplio catálogo de recursos podemos contar con materiales tangibles, como el dinero, pero también con otros cualitativos, como una organización territorial engrasada, e incluso otros más abstractos, como el tiempo.
No hay estrategia sin planificación. Esta es la advertencia que sobrevuela las 300 páginas de La campaña permanente (Esic 2024) de Rafa Laza. No sabía nada de Laza hasta el curso de Especialista en Gestión de gobierno y campañas electorales de la Universidad Camilo José Cela impartido en 2021. Me sorprendió su claridad en la exposición y su aterrizaje a la realidad concreta, destacando el ejemplo de Vitoria. Este libro confirma la percepción.
No hay estrategia sin planificación y no hay planificación sin gestión del tiempo. El tiempo es uno de los recursos más importantes. Primero, porque a diferencia de otros ámbitos, el mundo de la política tiene que ajustarse a unos plazos por norma general impuestos e inamovibles. Luego, porque un mismo mensaje puede ser bueno o malo dependiendo del momento en el que se lanza.
En el mundo de las grandes organizaciones, instituciones y empresas existe la regla del 70%: incluso un billonario como Jeff Bezos sabe que tendrá que tomar decisiones en situaciones de incertidumbre, y que su objetivo es reducirla al 30%. En ese margen, aprieta el gatillo. Mitad en serio, mitad en broma, suelo insistir en que, en política, la aspiración tendría que ser reducir la incertidumbre al 70%. Quien no asuma la incertidumbre estará condenado a la parálisis. La vieja normalidad en la que todo iba más lento y era más previsible no volverá (si es que alguna vez existió).
Y, para ello, es fundamental la planificación. Laza menciona en varias ocasiones a Andoni Aldekoa, un referente en el mundo de la consultoría de comunicación. Conocí a Aldekoa en un curso organizado por la GSPM de la George Washington University y me sorprendió su accesibilidad a todos los niveles. De hecho, empezó su clase diciendo que lo más importante era el correo, su correo electrónico, a través del cual debíamos contactarlo para compartir referencias, documentos, inquietudes.
El vasco suele emplear una planificación de adelante hacia atrás. Esto siempre me recordó a los raperos de las batallas escritas. Durante meses preparan sus rounds para atacar a su rival de la forma más sofisticada posible. La mayoría suelen utilizar este método para golpear con más fuerza: primero piensan el punch final y, a partir de él, vuelven hacia atrás para construir un setup coherente que culmine in crescendo en el golpe final para que este sea más efectivo.
¿Cómo queremos llegar al final de la legislatura? ¿Cuál es el objetivo de gestión u oposición (el punch final)? ¿Cuáles son los objetivos específicos (el setup) que nos permitirán avanzar hacia el objetivo de gestión? Laza propone una división temporal básica en cuatro etapas: los 100 primeros días, el ecuador del mandato, la precampaña y la campaña. Una planificación estratégica por fases nos permite diseñar la campaña permanente, un concepto que empezó a popularizar Patrick Caddell a partir de 1976 y Rafa Laza desarrolla de manera práctica.
Los 10 artículos imprescindibles de la semana
Los salarios pierden peso en la riqueza mundial y crece el del capital, de Emilio Sánchez en El País.
Aquí lo resumimos de la siguiente manera: el reto civilizacional es la desigualdad y el reto político de época es combatir la idea reaccionaria de la futilidad de la política. Para ello, uno de las tres medidas que proponemos es mejorar el poder adquisitivo de la gente en general y subir los salarios en particular.
¿Cómo son los votantes demócratas y republicanos?, de Xavier Peytibi en Política&Prosa.
“En cualquier caso, todo depende de qué segmentos de población vayan a las urnas. Hoy en día, el votante blanco de Trump está muy movilizado. Lo que necesitan los demócratas es movilizar a sus votantes de minorías, aquellos que sí fueron a votar en 2020 y que, con Biden, se iban a quedar en casa. Todo depende de ellos y ellas”.
Harri’s mission critical in final push: Wipe out Trump’s advantage on the economy, de Sahil Kapur en NBC News.
Siguiendo con EE. UU., aquí hay un debate en el que el equipo de Lakoff tendría algo que decir: “Si tuviera que darles un consejo, creo que necesitan un mensaje económico mucho más contundente y detallado”, dijo el estratega demócrata Chris Kofinis. “Hablar de aspiraciones, esperanzas y sueños no es un mensaje. La cuestión económica sigue siendo la principal ventaja de Trump y una de las únicas razones por las que esta carrera está tan reñida”.
Los Verdes, en crisis: ¿hacia una reconfiguración del mapa político?, de Àngel Ferrero en El Salto.
Ferrero es uno de los mejores analistas (¿y reporteros?) del escenario político europeo y particularmente del alemán. En esta ocasión se centra en el declive de Los Verdes.
Raymond Williams transformó la teoría cultural marxista, de Andrew Milner en Jacobin.
Williams es uno de los marxistas más interesantes de los últimos 50 años. Uno de los principales de los estudios culturales y del materialismo cultural. Acuñó uno de los eslóganes con mayor profundidad estratégica: “Ser verdaderamente radical es hacer la esperanza posible, no la desesperación convincente”.
Reforzar el poder del Estado, la acertada estrategia de Petro para hacer frente a la crisis climática, de Pablo Castaño en El País.
“La conclusión es clara y sirve más allá de Colombia: para hacer realidad la transición socioecológica, los Estados necesitan recuperar la capacidad regulatoria que tenían antes de la contrarrevolución neoliberal de los años 80 y 90”.
¿Qué nos dicen las elecciones municipales brasileñas?, entrevista de Pablo Stefanoni a Esther Solano.
Solano advierte: “En cuanto a los liderazgo nacionales, la elección nos dice que Bolsonaro -inhabilitado por la justicia- no está tan muerto políticamente como algunos anticipaban. Ha mostrado capacidad para llevar a una segunda vuelta a candidatos que habrían sido insignificantes sin su apoyo. Como representación del Brasil conservador, Bolsonaro está bastante vivo”. Sobre Brasil también es muy interesante esta entrevista a Rosana Pinheiro-Machado en CTXT.
La construcción de un hiperliderazgo mediático: la estrategia comunicativa de Isabel Díaz Ayuso, de Óscar G. Paz en En Disputa.
Excelente recorrido. No conocía el boletín En Disputa, pero pinta muy bien, así que recomiendo su suscripción.
¿Corren peligro de extinción algunos partidos catalanes?, de Carles Castro en La Vanguardia.
Un análisis interesante. Lo de siempre con Carles Castro.
Sexo, mentiras y elefantes blancos, de Fernando Hernández en eldiario.es.
Hernández es uno de los mejores historiadores sobre el franquismo y la transición. “Un 85% de la ciudadanía no tiene ya ninguna vinculación, ya sea geográfica o cronológica, con la figura del emérito. Los vivos, parafraseando al pensador radical Tom Payne, no tienen por qué pagar las deudas de los muertos. Queda el juicio de la historia”.
Las recomendaciones de la semana
La campaña permanente, de Rafa Laza (Esic, 2024)
Si el artículo te ha parecido más o menos interesante, píllatelo.
Joker: Folie à Deux, de Rafa Laza (Todd Phillips, 2024)
No es tan buena como la primera, es cierto, pero ni caso a la incelada que la está poniendo a caer de un burro. Muchos de sus detractores o bien no entendieron la primera o bien no entienden esta. Fui a verla sin ninguna expectativa, influenciado por la ola negativa, pero me parece una gran película por los siguientes motivos:
Phillips es un director muy valiente. Podría haber repetido la fórmula, pero decidió suicidarse comercialmente siendo consciente de ello.
La segunda entrega “desreaccionaliza” la primera. Phillips no es un reaccionario, pero la lectura de la primera película sí. Es normal que muchos fans se sientan estafados, pero es problema de ellos.
El final me parece muy bueno (el resto de la película es bueno).