Inspirar con valores: tres claves de la comunicación de José Mujica
¡Son los valores, estúpido!
Han pasado ya 12 días, una eternidad insoportable en estos tiempos volátiles, pero vale la pena que nos detengamos en la figura de José Mujica. Su fallecimiento concitó una respuesta inaudita, más propia de otra época que de esta. Algún izquierdista diría que el reconocimiento internacional prácticamente unánime se debe a su supuesta condición de “izquierda vegetariana”, como se denomina despectivamente a los progresismos supuestamente blanditos.
Mujica fue muchas cosas. Una de las más importantes, guerrillero. Para sus adversarios, no existe claudicación que lo redima de sus pecados. Su reconocimiento popular y transversal se debe a algo incluso más importante que su trayectoria, posicionamientos políticos y propuestas programáticas. La política no consiste en desvelar una verdad oculta tras el velo de la ignorancia, sino en conectar y movilizar a través de afectos y pasiones.
Conmigo lo consiguió, y no me escondo: realmente no sabría decir ni una sola de sus propuestas políticas-programáticas. Pero las intuyo, y eso es gracias a su comunicación tan excepcional en todos los sentidos del término. Destacaría tres claves.
1. Transmitir valores y principios
Como progresista, mi marco moral es el del padre protector (frente al padre estricto conservador), utilizando la conocida metáfora lakoffiana. Los valores conforman mi brújula moral: me indican hacia dónde avanzar. Los principios concretan el cómo. Algunos de mis valores son la empatía y la equidad. Uno de mis principios, la justicia social. A partir de estos valores y principios conecto con las izquierdas y, en última instancia, acabo apoyando propuestas políticas concretas como el aumento de los salarios, el refuerzo de la sanidad pública o la intervención del mercado de la vivienda.
Marco mental, valores, principios y propuestas. Ese es el recorrido más o menos lógico en el que se desarrolla la batalla política, que en última instancia es moral. Es un error muy común creer que las propuestas tienen por sí mismas una capacidad taumatúrgica: si las personas que se beneficiarían de ellas no las apoyan o incluso las repudian es porque en el proceso se ha producido una desconexión, no porque sean tontas. Entender esto y librar una batalla política que arraigue en la dimensión moral es algo más revolucionario que plantear un catálogo con las propuestas más maximalistas del mundo.
Ya lo comenté en otra ocasión, pero en España tenemos el ejemplo de Zapatero. En una década pasó de ser despreciado por la izquierda a uno de los principales activos del bloque progresista. La clave de su comunicación es precisamente que entiende la importancia de transmitir valores y principios. Su ejemplo palidece al lado de Mujica. Como ejemplo valdría cualquiera de sus intervenciones escogida al hacer. Haced la prueba.
2. Motivar: dar sentido a través de causas
Siempre que tengo la oportunidad de dar una ponencia sobre campañas electorales insisto en esta tríada: gente, causas, candidato. Primero la gente, luego sus causas y, por último, el candidato. La última vez que me presenté como candidato local obtuve el 30,5% de los votos. En las siguientes elecciones de ámbito superior, el espacio político de mi candidatura obtuvo el 4,7%. Teniendo en cuenta que a nivel local nunca hubo ni tradición ni organización ni nada parecido, podría pensar que los motivos del voto fueron mi inequívoco atractivo físico o mi gracejo, pero no es el caso.
Ese éxito electoral relativo no se debió a mis supuestas cualidades personales, sino a que logré conectar con las causas de la gente. Si me presentara de nuevo siendo la misma persona –inequívocamente atractiva y graciosa–, pero se rompiera esa conexión con las causas de la gente, el resultado sería un desastre. Los candidatos son la materia prima principal de una contienda política, pero solo son importantes en estos términos. No te agrandés, Chacarita.
Mujica, de nuevo, fue un orador excepcional: también fue, en cierto modo, un coach motivacional. No es casualidad que hoy sean tantos los timadores que usurpan ese espacio en las redes sociales, particularmente TikTok. En un mundo imposible necesitamos darle sentido a nuestras vidas. O lo hacen personas como Pepe, defendiendo la austeridad o una vida con tiempo ajeno a las lógicas de mercado, o lo hacen los cryptobros, los gymbros o los youtubers andorranos. Una causa puede ser vivir ligeros de equipaje, pero también comprarnos un Ferrari. ¿Qué ofrecen las izquierdas a los chavales desorientados que no saben ni siquiera dónde estarán el año que viene?
3. Autenticidad
Roger Ailes, consultor de comunicación y fundador de Fox News, escribió Tú eres el mensaje en 1988. (La voz más alta, de 2019, es una serie excelente sobre el personaje que todos los amantes de la comunicación debéis ver). No es algo novedoso, tampoco una consecuencia perversa de la mediatización de la política: es la esencia de la política misma. Cuando Kase.O rapeó “en esta letra no hay mensaje, el mensaje soy yo”, sabía lo que decía.
No hay ningún valor más importante en un líder que la autenticidad, especialmente en estos tiempos de crisis de autoridad. Este es uno de los pocos nexos que tienen en común todos los líderes reaccionarios del mundo. No tengo pruebas, pero tampoco dudas, de que en sus manuales internos habrá máximas del estilo: “Sin miedo: mejor fascistas o locos que típicos o indiferentes”. Claro que Pablo Iglesias tenía derecho a comprarse su casa donde quisiera, y claro que su precio no le hizo peor gobernante, pero su narrativa política terminó de morir en Galapagar por motivos evidentes: en sus inicios hizo de vivir en Vallecas una causa.
De nuevo, Pepe fue excepcional. Cómo no creerlo. Ninguna crítica podría penetrar su chacra. Otro debate es que los políticos progresistas tengan que asumir la altura de esa vara de austeridad franciscana. Yo no lo creo, pero qué orgullosos nos sentimos cuando algún amigo poco interesado en la política comparte los vídeos de Mujica pregonando con el ejemplo.
No somos movidos por la razón, sino por los afectos. Esto tampoco es el resultado de una perversión de la naturaleza humana provocada por la posmodernidad, el populismo o la polarización. Es una cita literal de Spinoza, tan reivindicado –con acierto– por Juan Ponte. Gana el que más moviliza, no el que tiene la verdad más pura o el mejor programa.
Marco mental, valores, principios y propuestas, decíamos. Actualicemos: marco mental, valores, principios, propuestas y afectos.
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Me gustó esta presentación de Javier Carbonell. Las diapositivas de la presentación están disponibles aquí, pero lamentablemente el vídeo ha desaparecido de YouTube (creo que la volverán a subir). De momento, en las diapositivas hay mucha data interesante recopilada.