El problema estratégico del Madrid de Ancelotti y lo de Luis Enrique
No hay estrategia sin una completa alineación de objetivos y esfuerzos
Me gustó No tenéis ni **** idea, el documental sobre (¿o de?) Luis Enrique producido por Movistar+. El último capítulo, en el que reflexiona sobre el fallecimiento de su hija, me emocionó, pero también tiene enjundia futbolística. Lo iba a recomendar por aquí, pero fui tan imbécil que pensé que no os interesaría (fui imbécil por no recomendarlo, no por pensar que no os interesaría). Más allá de las extravagancias propias de “la persona más asturiana de la historia”, como lo describió con maestría Pablo Batalla, me impactó la confianza con la que hablaba de las oportunidades que se le abrían la siguiente temporada, esta, con la salida de Mbappé.
Los dos clips más virales son la charla a Kylian, en la que le explica individualmente la importancia de su implicación defensiva como expresión de liderazgo, y la charla al vestuario en un descanso en el que tira las botellas de la mesa de un manotazo. Sin embargo, para mí la clave es otra sentencia que recoge el documental: “[Sin Mbappé] Voy a mejorar el equipo sin ninguna duda. El hecho de tener un jugador que se movía donde él quería implica que hay situaciones del juego que yo no controlo. El año que viene las voy a controlar todas. Todas sin excepción”.
Tenía razón y lo ha demostrado haciendo un equipo más compacto y más competitivo. Y esto no significa que Mbappé no sea uno de los mejores jugadores del mundo (lo es). Lo que significa es que en el fútbol de hoy es imposible ganar sin armonía y disciplina estratégicas. Los atacantes no tienen que volverse locos defendiendo (Raúl González hoy no sería titular y Bellingham esta temporada ha corrido demasiado), pero su trabajo defensivo, por modesto que sea, debe estar conectado con el del resto del equipo. Luis Enrique no controlaba las situaciones provocadas por la autonomía de un jugador; Ancelotti no ha controlado las situaciones provocadas por la autonomía de tres jugadores.
Peter Bregman es un consultor especializado en liderazgo y estrategia organizacional. Ha asesorado a las empresas más grandes del mundo y ha escrito algunos manuales de referencia. Desarrolló la estrategia de la Gran Flecha para insistir en la importancia de alinear todos los esfuerzos para cumplir objetivos claros y medibles. Sin alineación se produce una dispersión de recursos y esta acaba provocando un cortocircuito estratégico: la desconexión de una persona o de una parte del grupo rompe la sinergia colectiva. Veamos un ejemplo gráfico aplicado al fútbol y al caso concreto –dramatizado– del Real Madrid de Ancelotti.
(Un ejemplo gráfico contrario es la típica imagen motivacional para adolescentes con problemas: el de la cerilla rebelde que se aleja del resto para evitar arder por la inercia que arrastran las anteriores). Pasar del escenario A al escenario C es el reto de cualquier organización, sea una empresa, un partido político o un equipo de fútbol. El reto es desarrollar una actuación estratégica. De nuevo, una estrategia no se tiene; una estrategia se ejecuta.
El problema particular del Madrid está representado, con algo de sorna, en el escenario B con las tres flechas atacantes que van por libre hacia la izquierda. No se trata de que todos los futbolistas jueguen igual, por eso dentro de la Gran Flecha del escenario C cada una tiene su propia inclinación. De la misma manera, no se trata de que todos los portavoces de un partido digan lo mismo, o de la misma manera. La pluralidad de perfiles es imprescindible (evidentemente, un equipo no puede jugar con 11 atacantes). De lo que se trata es de que todos –futbolistas o portavoces– realicen su aportación particular dentro de un marco estratégico compartido.
“El todo es más que la suma de sus partes” es una frase que se atribuye a la psicología alemana de la Gestalt. El gran Miguel Quintana la suele repetir y, de hecho, la ha aplicado en algún análisis sobre este Madrid. Es así de sencillo: los jugadores no conforman un equipo si todos ellos no se insertan dentro de un marco estratégico compartido. Los grandes jugadores pueden ganar partidos gracias a los chispazos de calidad, pero solo los equipos ganan títulos. La diferencia entre partidos y campeonatos es la diferencia, para Mao Zedong, entre estrategia y táctica y entre guerra y batalla.
Como madridista, siempre me cayó mal Luis Enrique. Cuando fue seleccionador español me subí a la luchoneta. Tras el documental y esta temporada, sigo en ella. Voy con él en la final de la Champions. Espero no mufarlo. El clásico se juega en unas horas y yo elijo creer: 1-2 para el club más laureado de la historia.
El objetivo era llegar a los 500 a los dos años, pero lo hemos hecho en menos de uno. Con Tuiter capado y sin dar la tabarra en otras redes. Y lo más importante es que lo hemos hecho sin meter la cuchara en la coyuntura política, tampoco en esa fiesta de cumpleaños que es la izquierda española. Lo seguiría haciendo, como hace 10 años, con 50, pero estoy agradecido. ¡Gracias!
La gran mentira de Hollywood sobre las catástrofes: en crisis como el apagón, la reacción natural es la generosidad, no el pánico, de Javier Salas en El País.
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“Enfrentar a la oligarquía”. Como Bernie Sanders moviliza al antitrumpismo, de Patrick Iber en Nuso.
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Apuntes de #ComPol de los comicios canadienses, de Martín Sosa en Conversación continua.
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Moral, objetivos y estrategia. Convence el que vence, de Enrique del Teso en Nortes.
El cero y el infinito, de Irene Vallejo en El País.
El eternauta, de Bruno Stagnaro (2025)
Hay muchas producciones postcapocalípticas, pero esta no es una más (sin llegar a The last of us). Me ha gustado bastante y no he leído el cómic. Sobre ella han escrito Facundo Maceira, Jose A. Cano y Piedad Sancristóval. También me ha gustado la videocrítica de Alejando G. Calvo.
Muy interesante el artículo de Bernie Sanders. Parece que la confrontación contra la administración Trump en la angloesfera y, por consiguiente, en en otras latitudes girará en torno a la narrativa de la desigualdad económica, poniendo foco en los ultra-ricos. No sé si esa narrativa calará en la UE, porque aquí se ha esgrimido la amenaza de la ultra-derecha y el retroceso en libertades como factor movilizador.
Un artículo interesantes para que compartas en tu próxima newsletter: https://www.theguardian.com/us-news/ng-interactive/2025/apr/13/end-times-fascism-far-right-trump-musk
Enhorabuena por los primeros 500 suscriptores!
Como asturiano estoy muy de acuerdo en la definición de Luis Enrique que da Pablo Batalla. (Yo sí que tengo claro que me cae bien). Muy buena publicación. Un abrazo. Nos leemos.